El Fondo Monetario Internacional acaba de publicar su informe sobre la evolución de la situación económica española. Felicita al Gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero y del exvicepresidente Rubalcaba. Pero la palmadita en la espalda por los deberes hechos no es definitiva: les piden que continúen en la misma línea emprendida. Quiere el FMI que el despido sea todavía más barato a pesar de la reforma laboral que reducía a menos de la mitad la indemnización por despido improcedente. Los recortes son insuficientes pero nadie define el final de esta escapada hacia la pobreza. También se quejan de la masa salarial de los funcionarios públicos. O son demasiados o cobran en exceso: esas son las dos hipótesis que baraja el FMI. No ha servido la rebaja de un cinco por ciento en los salarios de los funcionarios públicos y el FMI quiere despidos o mayores reducciones de las retribuciones.
Todo esto coincide en el tiempo con numerosas noticias de empresas que han decidido ampliar las gratificaciones de sus directivos. Pero para los amos privilegiados del universo no tiene recetas el FMI. Un silencio clamoroso sobre los aumentos de retribución de REPSOL ( se han doblado en el primer trimestre las gratificaciones de sus ejecutivos) de Santander o de Iberdrola. El Grupo PRISA, en medio de un ERE que afecta a 2500 trabajadores se multiplica por tres las retribuciones de su Consejo de Administración.
Quieren también que suba el IVA, el impuesto directo al consumo, que es el que más grava a los menos pudientes porque es igual para todos. Y también quieren que se suba el impuesto de las gasolinas.
Todo esto coincide en el tiempo con numerosas noticias de empresas que han decidido ampliar las gratificaciones de sus directivos. Pero para los amos privilegiados del universo no tiene recetas el FMI. Un silencio clamoroso sobre los aumentos de retribución de REPSOL ( se han doblado en el primer trimestre las gratificaciones de sus ejecutivos) de Santander o de Iberdrola. El Grupo PRISA, en medio de un ERE que afecta a 2500 trabajadores se multiplica por tres las retribuciones de su Consejo de Administración.
Silencio, hasta ahora, del Gobierno, del PSOE y del PP. Por favor, tendrían la amabilidad los dos grandes partidos de dar su opinión sobre esta ley del embudo que tanto aprieta a quienes menos tienen y tan laxa es con los poderosos de la tierra.
Esto va a estallar cuando el miedo que anida en la sociedad tenga suficiente mezcla de desesperación para que los ciudadanos salten ante el tamaño de estas desigualdades. La primera cita el 20 de noviembre: ¿tienen crédito unos partidos que consienten sin rechistar lo que está pasando? ¿Merece la pena votar a quienes muestran tal desprecio por los ciudadanos?
Son preguntas a las que podremos responder dentro de cuatro meses. De momento, lo recomendable es leer despacio, sorbiendo café, aunque sea instantáneo, el informe del FMI y comprar un termómetro de indignación para saber cuando la fiebre sea insoportable.